Dentro del conjunto de festividades tradicionales
de Venezuela, el 24 de Junio posee singular importancia y potencia en aquellas
poblaciones donde la “africanidad” se radicó. Esta antigua tradición mágica,
religiosa y popular implica progreso para la cosecha y el culto a la fecundidad
propia de todos los pueblos. Esta tradición tuvo como escenario de origen las
diferentes haciendas que rodeaban los pueblos, siendo sus principales
protagonistas los negros esclavos traídos del África, que laboraban en dichas
haciendas y construían los tambores como habían aprendido en su lejana madre
patria. Santa Lucía, capital del Municipio Paz Castillo no es ajena a esta
realidad. Es uno de los pueblos mirandinos donde la celebración y veneración a
San Juan Bautista conserva sus matices más tradicionales y merece una reseña
especial. Cuenta la transmisión oral que los negros esclavos Barloventeños
comercializaban con los esclavos luciteños en el mercado de Pariaguán, donde
hablaban acerca del derecho de recibir un día libre para descansar de las duras
y largas faenas. Fue por sugerencia de un Padre, cuyo nombre no se recuerda,
que los dueños de las haciendas deciden darle libre el día 24 de junio a los
esclavos africanos, no para que parrandearan, sino porque los hacendados
estarían ese día ocupados en los oficios religiosos dedicados a San Juan
Bautista, y no podrían controlar el trabajo que los negros hacían, los cuales
tampoco se les permitía participar en los actos religiosos. Tal disposición fue
tomada por los amos de las haciendas antiguas de esa época. Una de ellas por
citar un ejemplo fue la hacienda El Volcán, cuyos dueños gustaban del ritmo, el
baile y el canto que ejecutaban sus esclavos, permitiéndoles que bailaran en
sus patios de ladrillos donde secaban el café y el cacao. Quizás se lo
permitían porque los negros y negras, al oír el tambor de las haciendas
vecinas, se escapaban y a veces iban a parar al pueblo de San Francisco de
Yare, centro de reunión de negros en el Tuy. Es así como se convierte el 24 de
Junio en fecha de celebración y descanso para los esclavos, donde bailaban al
ritmo del tambor y cantaban improvisadas estrofas con letras alusivas a sus
dioses, al amor, a sus ancestros, a sus vivencias, bebían aguardiente y
protestaban a golpe y tonada de tambor por el maltrato e injusticia a los que
eran sometidos por los hacendados españoles. Al correr el tiempo, los manumisos
(esclavos liberados), hijos de esclavos y después los nativos que miraban estas
fiestas negroides, fueron participando animadamente, añadiéndole diferentes
formas de bailar al ritmo del tambor tuyero. Es así como se crea una de las
manifestaciones más antiguas de los Valles del Tuy, “LA PARRANDA DE
SAN JUAN”. Para el año 1885 ya se habían fusionado la fiesta de los
esclavos, conocida también como “rochela de negros”, y las actividades
religiosas en honor a San Juan; la tradición incluía el encuentro de los
promeseros a eso de las cinco de la mañana para bajar al Río Guaire a bañarse y
luego asistir a la misa. En esa época destacaba el Sr. José María Rodríguez,
quien fue jefe de parranda, organizador de festivales de tambor tuyero y gran
bailador, ejecutándolo con mucho entusiasmo y destreza. Organizó el primer
festival de tambores en el pueblo, a donde asistieron parrandas de Aragüita y
Panaquire. Fue una gran competencia donde no hubo premiación con trofeos. El
gran ganador fue el pueblo, quien presenció uno de los festivales más
importantes de los Valles del Tuy, siempre le acompaño su esposa Valentina de
Rodríguez. Otro bailador y presidente de las fiestas de San Juan fue el Sr.
Abel Franquiz, que en sus manos tuvo el tambor su época de oro. Colaboró mucho
con la primera presentación del tambor tuyero por televisión. Hubo otros
propulsores de la Parranda
de San Juan en varios sectores del pueblo que llenaron toda una época, tales
como Tun-Tun, La Vega ,
Pueblo Arriba, Las Adjuntas y Soapire. En la actualidad se une Siquire, Macuto,
y El Nogal. Algunos viven; otros ya nos han dejado. Actualmente en la población
luciteña, el 1ero de Junio se entrega los programas de las fiestas sanjuaneras
por todas las calles del pueblo. El propio día 24 de Junio se inicia con la Santa Misa a las 10:00
a.m.; al terminar la misa sale en procesión la imagen de San Juan Bautista
alrededor de la Plaza Bolívar , siendo acompañada por los
devotos. De regreso, en la puerta de la
iglesia, lo espera San Juancito Parrandero
“EL BORRACHITO”, quien continúa con el fervor popular a golpe de los TRES TAMBORES TUYEROS: Alante,
Segundero y Un Solo Palo, recorriendo las principales calles de Santa Lucía,
viviendas e instituciones del pueblo, acompañado de los parranderos y
parranderas vestidos con atuendos de color rojo y verde, que representan, al
Santo Parrandero, precedida por una bandera roja con un lazo verde. El baile
del tambor luciteño es abierto a la participación directa de las personas que
lo deseen hacer y sus golpes y tonadas son el “Caminero de San Juan”, el
“Redondo”, la “Yinca” y en ocasiones el “Corozo”. Una vez finalizada la misa,
salen nuevamente los tamboreros, cantadores, bailadores y algunos parranderos a
rendir homenaje a la puerta del cementerio, donde hacen un repique de tambores,
bailes y cantos recordando con nombre y apellido u “apodo u sobrenombre” a los
difuntos parranderos que allí reposan. Terminado el homenaje los tambores son
llevados a la casa natal donde se encuentra el “Parrandero”. Cabe destacar que
días previos al 24 de Junio de todos los años, y los siguientes hay espíritu
sanjuanero, es sacada la parranda por tamboreros, cantadores y bailadores; por
tradición para hacer un encuentro entre la parranda de San Juan y San Pedro de
Santa Lucia el 29 de Junio y luego con el San Pedro del CEA de Guatire el 2do.
Domingo de Julio de cada año. La Parranda de San Pedro es
distinta a la de San Juan, viene a
hacer una extensión de las fiestas
populares en honor a San Juan Bautista,
parranderos(as) se visten de ropa sanjuanera y no pintan la cara de betún
negro, tiene su propia tonada y golpe de
CAMINERO, incorpora a María Ignacia,
La Selecunda
(Rosa Ignacia), se toca con tambores tuyeros. Al bajarlos se mantiene los
golpes y las tonadas de redondo, yinca, corozo para repicarlos y continuar con
la fiesta. No añaden los personajes Tucusitos, Coticeros, ni los instrumentos
musicales cuatro y maracas. Por Grabiel Gomez
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